Los jóvenes de la diócesis de Avellaneda-Lanús vivieron la Misión Juvenil Diocesana (MJD) del jueves 18 al domingo 21 de diciembre, que este año se desarrolló en Gerli, Avellaneda, con el lema "Queremos ser jóvenes alegres anunciando tu amor".
Organizada por el Servicio Diocesano de Pastoral de Juventud, la misión tuvo como sede el Oratorio Centenario Don Bosco, de la familia salesiana, y se desplegó en el territorio de las parroquias Nuestra Señora la Conquistadora y San Antonio de Padua.
Alrededor de un centenar de jóvenes de distintas comunidades de la diócesis recorrieron las calles del barrio, visitaron hogares y compartieron gestos sencillos de cercanía, escucha y anuncio del Evangelio.
A lo largo de los cuatro días, los jóvenes alternaron momentos de espiritualidad, oración, fraternidad y misión, y llevaron la alegría en medio de las casas y las familias que visitaron.
Espíritu misionero
La experiencia estuvo acompañada por el obispo de Avellaneda Lanús, monseñor Marcelo Margni, junto al presbítero Alan Rolón, delegado episcopal para la Pastoral de Juventud, y otros sacerdotes que se acercaron a compartir la misión, las celebraciones eucarísticas y las confesiones.
La Misión Juvenil Diocesana comenzó el jueves por la noche con la misa de apertura, presidida por el padre obispo, quien realizó la bendición de envío a todos los jóvenes misioneros.
En su homilía, los animó a vivir esos días con un auténtico espíritu misionero, recordándoles que la misión no consiste en "llevar a Dios" como si estuviera ausente, sino en descubrirlo ya presente en la vida concreta de las personas, en sus dolores, búsquedas y alegrías cotidianas.
Misión casa por casa
Durante el viernes y el sábado, a pesar del intenso calor y de la lluvia, los jóvenes continuaron la misión casa por casa y participaron de espacios de adoración, en sintonía con la espiritualidad del Adviento. Además escucharon testimonios de voluntarios de la Pastoral Carcelaria de la diócesis, celebraron misas barriales, realizaron un pesebre viviente en el patio del Oratorio y compartieron un fogón fraterno el sábado por la noche, como signo de la alegría y la comunión vividas.
El domingo, último día de la misión, luego de una charla inspirada en la invitación del papa Francisco a ser protagonistas y dejar huella en la historia, monseñor Margni presidió la misa de clausura, en el marco del IV Domingo de Adviento.
En su homilía, el obispo propuso a los jóvenes la figura de san José como modelo para la vida y la misión, destacando una fe que no busca entenderlo todo, sino hacerse cargo de la realidad y custodiar la vida.
"El final de la misión -señaló- no pide balances triunfalistas, sino corazones disponibles para acoger lo que Dios ya está gestando". Y los animó a no huir de las situaciones concretas que encontrarán al regresar a sus casas, estudios, trabajos y comunidades, recordándoles que la misión continúa cuando cada uno decide recibir la realidad tal como es y dejar que Dios siga naciendo allí.
El "sí" a la experiencia misionera
Al finalizar la celebración, los coordinadores de la MJD, Nahuel Sánchez y Aldana Clifford, agradecieron al Oratorio Centenario Don Bosco, a las comunidades parroquiales de San Antonio de Padua y Nuestra Señora la Conquistadora, al obispo, a los sacerdotes que acompañaron la misión y, de manera especial, al equipo organizador y a cada joven que dio su "sí" para vivir esta experiencia misionera.
Como gesto final, todos los presentes se dirigieron en peregrinación con cantos de alegría hasta la plazoleta ubicada en Salta y Larralde, donde se realizó la inauguración y bendición de un mural dedicado a la memoria del papa Francisco.
Camila Martínez, coordinadora diocesana de Pastoral de Juventud, explicó el sentido del mural como parte de un trabajo que se viene realizando en la Región Buenos Aires para custodiar y proyectar el legado de Francisco.
Monseñor Margni bendijo el mural e invitó a los jóvenes a vivir aquello que el Papa enseñó y testimonió con su vida: un protagonismo juvenil vivido en clave comunitaria, misionera y comprometida con la realidad.
AICA